El mundo está lleno de libros preciosos que nadie lee. (Umberto Eco)

miércoles, 9 de agosto de 2017

Parábolas y catástrofes, de René Thom

Por Er-Murazor miércoles, agosto 09, 2017 , Sin comentarios
Llegué por casualidad a este libro. Vi una mención por Internet a "la revolucionaria teoría de las catástrofes de René Thom" que "clasifica todos los tipos de catástrofes naturales" existentes.

La cita me extrañó un poco, así que busqué información. Localizé un artículo de divulgación en biología, y después este libro, que ha sido mi segunda lectura del año.

El libro tiene dos partes. Una está bien y de la otra hablaré al final. En primer lugar, la obra nos cuenta un poco en qué ha consistido el trabajo de Thom. Lo que hizo Thom fue utilizar técnicas de topología diferencial (que si no es la rama más abstracta de la matemática actual debe faltarle poco) para describir las soluciones de ciertas ecuaciones diferenciales (sistemas dinámicos, en realidad). Es decir, Thom no resolvía las ecuaciones (en el sentido de dar un formulación exacta de la solución), sino que describía cuáles eran las características de esas soluciones, en particular sus puntos críticos (que es a lo que él llama "catástrofes", no en el sentido de "evento desastroso, Bendis pasa a guionizar tu colección favorita" sino en el de "cambio brusco de las condiciones del sistema"). Como estas ecuaciones pueden utilizarse para describir ciertos fenómenos naturales, se consigue el titular: "René Thom ha clasificado las catástrofes naturales". Falta la coletilla, claro: "las catástrofes naturales descritas por su sistema".

El trabajo de Thom, que no pretendo entender por completo, le valió una medalla Fields allá por 1958. Hasta ahí, bien, y si el libro fuera una exposición de la teoría sería bastante interesante. Lo malo es que el libro es una entrevista al autor, y la sensación que yo he sacado de esta entrevista es que a Thom se le subió el éxito a la cabeza. En la entrevista pretende que su teoría se debe aplicar a todo, y todo es TODO: matemática, biología, lingüística,... En las últimas cincuenta o cien páginas tuve la impresión de estar leyendo a un tipo que pretende que su crecepelo infalible cura el dolor de muelas, la artrosis y la impotencia. No me atrevo a ser categórico en esta afirmación, porque como ya digo no llegué a entender bien la primera parte, en la que se exponen los descubrimientos de Thom (para eso, habría necesitado un libro de texto, no uno de divulgación, y más horas de las que estaba dispuesto a gastar en este tema), pero la verdad es que este es uno de tantos casos en que me resulta más interesante la labor del científico que su opinión sobre el mundo. Tampoco hay que echarle la culpa al libro, que el título no engaña: Son entrevistas con el autor, no una exposición de su obra. Es solo que yo no esperaba que el autor tuviera unas opiniones tan altas de su propio trabajo.

En fin, al menos he aprendido qué se supone que es la teoría de catástrofes. Creo que dice poco de la ciencia que alguien pueda licenciarse en algo sin haber oído mencionar grandes logros de su materia de cuarenta años antes, pero así es la vida.



     (3/5)


(le pongo tres estrellas porque me da un poco de vergüenza suspender un libro cuya parte interesante no he terminado de entender, pero si por mi gusto fuera no pasaría de una y media).
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lunes, 7 de agosto de 2017

Imperio (Roma II), de Steven Saylor.

Por Er-Murazor lunes, agosto 07, 2017 , Sin comentarios
Tenía pendiente desde hacía mucho tiempo esta novela, continuación de Roma, que me gustó bastante en su momento.

"Roma" es una historia novelada de la ciudad de Roma, desde su fundación hasta la muerte de César. La novela va siguiendo los avatares de los descendientes de dos individuos que estuvieron en la fundación de la ciudad y que fundaron sendas familias aristocráticas (una de ellas, relacionada con el culto de un olvidado dios itálico).

Lo que en otras novelas resulta algo increíble, en esta situación es muy natural, porque es cierto que los romanos tenían mucho apego por las genealogías y que muchas familias nobles de finales de la República remontaban sus orígenes a la fundación (el propio Julio César se decía descendiente de Eneas). Luego sería verdad o no, pero árboles genealógicos de esos se pueden incluso encontrar por la red. Así que no es descabellado que dos familias (los Pinario y los Poticio) duraran setecientos años desde la fundación de la Urbs hasta el final de la República.

La novela va estructurada por capítulos, en cada uno de los cuales se recoge algún hito importante de la historia de la ciudad: la fundación, la caída de la monarquía, alguna guerra púnica que otra, la caída y saqueo de la ciudad a manos de los galos y el famoso episodio de las ocas sagradas,... Saylor se ha estudiado bien la historia y consigue una novela totalmente absorbente. No es, además, una historia de la República, sino de la ciudad, pues los protagonistas nunca salen de ella y todos los acontecimientos externos son contados por terceros observadores.

En fin, que la novela está muy bien. En sus propias palabras, Saylor decidió terminar Roma en la caída de la República porque tras las reformas augústeas, la ciudad pasó a ser otra cosa. La vida pública dejó de estar centrada en los magistrados para pasar a orbitar en torno a la figura del imperator, y el ser períodos muy bien documentados (siempre que admitamos Suetonio como animal de compañía) hace más difícil meter personajes inventados entre los recovecos de la historia. Más difícil aún es lograr que sobrevivan a las numerosas purgas que los Julio-Claudios hicieron entre las familias senatoriales.

Sin embargo, se ve que Roma tuvo éxito suficiente como para que el autor se planteara una secuela, y ese es el libro del que (teóricamente) se habla en este post. Continuamos con los avatares de la familia superviviente al primer libro, que acompaña a los emperadores desde Augusto hasta Adriano. El autor consigue que las purgas citadas no afecten a sus protagonistas mediante un oportuno exilio durante los peores años de represión y se los trae de vuelta cuando las cosas se tranquilizan. Los familiares sobreviven a dos cambios de dinastía y terminan el libro mirando con optimismo al futuro del imperio al final del reinado de Adriano (ya saben, nunca en la Historia hubo tanta gente tan feliz durante tanto tiempo como en Roma bajo el reinado de los Antoninos). La novela se lee igual de rápida que su antecesora, aunque como Saylor no puede dar saltos centenarios cuando le apetece tiene cambios de ritmo acordes al emperador que protagoniza cada capítulo: la parte de Nerón es emocionantísima, la de Vespasiano un tanto gris y la de Trajano y Adriano, aburridamente próspera, por ejemplo. La novela sufre precisamente porque el capítulo más rutinario está al final, con los emperadores hispanos. Se saca petróleo de las excentricidades de Adriano, que las tenía, pero nada comparable a las más conocidas de Calígula, Nerón y Domiciano (con Calígula, en concreto, hay una escena de sadismo que pone los pelos de punta por la tortura psicológica que supone). Pese a ello, la novela deja muy buen sabor de boca y yo le compraría encantado a Saylor una continuación que comenzase con Cómodo (no le veo capaz de contar nada interesante con los emperadores intermedios), siguiese con los Severos y acabase con Constantino. Estoy seguro de que sería, cuando menos, muy entretenida.



     (4/5)
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