El mundo está lleno de libros preciosos que nadie lee. (Umberto Eco)

martes, 24 de mayo de 2011

El Libro del Día del Juicio Final, Connie Willis

Hace ya unos cuantos años descubría a Connie Willis con su novela "Tránsito". Era una historia oscura, triste, con algún que otro giro argumental inesperado que consiguió mantenerme enganchado a pesar del considerable grosor del libro [1]. Posteriormente la autora desapareció de mi horizonte de lectura hasta que, hace poco más de un año, redescubrí a Willis gracias a "Por no Mencionar al Perro", una desternillante novela de viajes en el tiempo repleta de carácter y personalidad. Poco después volví con otra comedia suya, "Oveja Mansa", con personajes mucho más esperpénticos y caricaturescos. "El Libro del Día del Juicio Final" va mas allá y combina características de estos otros tres libros.

"El Libro del Día del Juicio Final" (o "Doomsday Book" en inglés, mucho más breve), ganador de los premios Nebula, Hugo y Locus SF, nominado a los BSFA y Clarke, habla del miedo, de la angustia, de la impotencia ante lo inevitable y la desesperación por lo que podría ser pero hay demasiadas trabas para lograr. Del empecinamiento, la estupidez y la soberbia humana, y del esfuerzo de unos pocos por luchar contra viento y marea para conseguir algo bien hecho. Es un libro triste, angustioso y desesperante que deja una sensación de inquietud en el corazón del lector. ¿Se nota que me ha gustado?

Dos líneas argumentales paralelas dividen claramente este libro. Willis emplea La Red como máquina del tiempo, un concepto sobre el que años más tarde volvería con fuerzas redobladas en "Por no Mencionar al Perro". Aquí se emplea marginalmente para mandar a una de las protagonistas, Kivrin, a la Edad Media. En ese momento las dos líneas se bifurcan y mientras que una sigue los pasos de la joven por el medievo la otra nos relata los esfuerzos del señor Dunworthy, mentor de Kivrin, por descubrir qué ha ido mal en el viaje al pasado mientras lidia además con una epidemia vírica que se extiende por la ciudad.

A lo largo de la obra aparecen varios personajes cuya personalidad, muy en el estilo de "Oveja Mansa", es muy rígida hasta llegar al esperpento. Un mezquino decano en funciones que no atiende a ningún tipo de razonamiento si no es para tratar de llevarse los galardones y escurrir el bulto cuando las cosas salen mal, una arqueóloga encabezonada en ir a su excavación a cualquier precio, un asistente que, mientras que todo el mundo cae enfermo, no para de preocuparse por el suministro de papel higiénico o un adolescente al que todo le parece "apocalíptico" o "necrótico" son algunas de las figuras que se cruzan en el camino de los protagonistas.

El buen hacer de Willis hace que las dos líneas narrativas se vayan hilando a lo largo del libro a la vez que nos presenta el estilo de vida medieval sin que en ningún momento caiga en el tedio académico. En "El Libro del Día del Juicio Final" el interés apenas decae en ningún momento, si bien algunos capítulos de la parte central del libro pueden llegar a parecer algo irrelevantes y de la última parte del libro se podría decir que es hasta algo predecible. Sin embargo, una vez estás embarcado en esta historia de atmósfera asfixiante eso da igual, y consumirás página tras página para poder descubrir cómo salen de ello los protagonistas...

... si es que es posible salir de ello.

[1] Quién sabe, por aquel entonces yo era joven e impresionable. Igual lo vuelvo a leer ahora y pienso que el libro es un bodrio. Por si acaso, prefiero quedarme con el buen sabor de boca y no comprobarlo.

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