La cantidad de pastiches holmesianos es literalmente inabarcable. Yo mismo, que no soy experto en el tema, creo que tengo en casa más del doble de material en pastiches que lo que ocupa el Canon completo (y avanzo hacia el triple). Los hay de todas las épocas y de todos los gustos. Haciendo una burda aproximación, podríamos clasificarlos en dos tipos: Los que intentan parecerse lo más posible al estilo de Conan Doyle, copiando su estilo hasta en el más mínimo detalle como si trataran de hacer una falsificación, y los que se alejan del estilo canónico, tomando al personaje y sacándolo de su ambiente para guiarlo por las aventuras y encuentros más exóticos. Se pueden encontrar novelas donde Holmes viaja al futuro, se encuentra con Sigmund Freud, Lovecraft, Aleyster Crowley, Superman, Houdini, Chaplin, Einstein... y un largo etcétera.
Como en todo, hay novelas y relatos muy buenos y muy malos en ambas categorías. Yo personalmente siempre he preferido los primeros. Del Canon holmesiano me gusta no solo el personaje y los misterios, sino la atmósfera victoriana, la incisiva ironía de Holmes hacia Watson y los agentes del Yard y la aparición de esos personajes educados hasta el extremo que, como a mi me gusta decir, "te torturan y te matan, pero te hablan de usted". Sacar a Holmes de ese ambiente puede dar lugar a buenas historias, pero en muchas ocasiones se pierde buena parte de la gracia.
Hacer un pastiche "fotocopiando" el estilo de Doyle es difícil, porque la mayor parte del Canon son relatos cortos y a poco que uno preste una poca atención, no es complicado averiguar la identidad del criminal a mitad de relato (otra cosa son los motivos concretos, que en muchas ocasiones son averiguados por Holmes "fuera de página"). Además, puesto que Doyle era el creador de Holmes, tenía bula para ir inventando cosas sobre la marcha. Si en un momento dado Holmes necesitaba habilidades boxísticas, había sido boxeador en el pasado. Si era interesante sacarle un hermano, se le ponía y se decía que no había salido antes porque es un excéntrico. Los autores posteriores no gozan de esa libertad, porque parte del juego consiste en aceptar todo el Canon y ajustarse a él sin variar ni una coma ni introducir cambios demasiado radicales, lo cual dificulta la labor de crear algo verdaderamente original. Cuando uno lee pastiches digamos "de estilo clásico", lo que debe buscar, más que un sorprendente misterio, es el reencuentro con viejos conocidos.
El libro que nos ocupa hoy es una recopilación de pastiches de este estilo. Pertenece a una colección que tenía la editorial Valdemar en los años noventa con ediciones muy cuidadas. Incluye un prefacio del recopilador comentando por qué ha escogido cada uno de los relatos y un poco de historia sobre ellos. Los relatos incluidos son:
- La aventura del coche de primera clase, de Ronald A. Knox. Uno de los relatos más flojos de la recopilación. Nathaniel Swithinbank ha desaparecido en un tren y es misión de Holmes y su fiel Watson encontrarle.
- La aventura del banquero de Sheffield, de Arthur Whitaker. Holmes y Watson deben ayudar a Lestrade a capturar a un ladrón de bancos que tiene el plan de huida perfecto. Perfecto de no haber mediado el detective consultor de Baker Street, claro está.
- La aventura del Hamlet único, de Vince Starrett. En ocasiones, lo mejor de los relatos del Canon no son los misterios ni los criminales, sino los clientes. En esta ocasión un excéntrico coleccionista de libros necesita que Holmes localice un incunable perdido. Caso muy sencillo de adivinar, pero muy entretenido por la marcada personalidad del cliente.
- La aventura del hombre marcado, de Stuart Palmer. Holmes y Watson deben viajar a la campiña a resolver las extrañas amenazas de muerte que acechan a Allen Pendarvis.
- La aventura de los robos del Megatherium, de S. C. Roberts. Otro caso de la categoría "cliente excéntrico". Muy rutinario.
- La aventura del cormorán amaestrado, de W. R. Duncan McMillan. Para generar expectación, Watson menciona en el canon diversos casos que por unos motivos u otros no puede hacer públicos. Los pastiches que desarrollan un caso entero a partir de dichos títulos son un subgénero en sí mismo, y este es uno de ellos. No es mala historia, aunque no queda claro por qué no hubiera podido ser publicado con anterioridad.
- La aventura del castillo Answorth, de Adrian Conan Doyle. Holmes y Watson deben aclarar las circunstancias que rodean la muerte de Lord Jocelyn Cope.
- La aventura del capitán cansado, de Alan Wilson. Inquietante relato sobre cómo Holmes debe investigar si el capitán del título está enloqueciendo o hay algo más tras sus actos.
- La aventura de la Emperatriz Verde, de F. P. Cillié. Otro caso desarrollado a partir de una frase del canon. Holmes y Watson han de buscar una joya desaparecida en este bien construido relato.
- La aventura de la Mano Púrpura, de D. O. Smith. Muy buen relato en el que no hay crimen aparente, pero sí comportamientos extraños por parte de la mujer del cliente de Holmes. Es relativamente sencillo intuir la razón oculta tras estos comportamientos, pero la atmósfera inquietante está muy conseguida.
- La aventura de la Casa Hillerman, de Julian Symons. Un relato de un Holmes crepuscular retirado en Surrey y que ayuda a una joven cliente. La gracia del relato, aparte del misterio en sí, es descubrir la identidad de dicha cliente al final del relato. Un divertido guiño que se sale del canon pero podría haber estado perfectamente ambientado en él.
El libro se cierra con dos piezas breves de Enrique Jardiel Poncela. Solo con nombrar al autor no hace falta decir lo entretenidas que resultan xD. En suma, un volumen bastante recomendable para aquellos que quieren más relatos holmesianos que hubieran podido pasar por canónicos.
(4/5)
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