Pues aquí estamos con la segunda parte del Ciclo de Drenai. Esta novela es continuación directa de Waylander, así que es un poco complicado hablar sobre ella sin spoilear el final de la anterior.
Dakeyras, el llamado Waylander, ha encontrado (más o menos) la paz tras el final del libro anterior. Se ha retirado a una granja y vive pacíficamente con una nueva familia. Pero alguien comete un error: poner precio a su cabeza y mandar unos asesinos a por él. Los asesinos terminan asesinados, como era de esperar, y ahora Waylander quiere averiguar quién ha perturbado su paz.
En su recorrido Waylander va encontrando amigos y aliados en los lugares más inesperados. Los gladiadores que acompañana a Dakeyras y Míriel son muy interesantes y aportan grandes dosis de humor negro, cinismo y acción a la historia. Es en este sentido donde Gemmell consigue las mejores caracterizaciones. Drenai es un mundo que bebe mucho más de la Era Hyboria de Howard que de la Tierra Media de Tolkien, y eso se nota y mucho en las reacciones de los personajes. Apenas hay buenos y malos, sino amplias gamas de grises. Waylander es casi una fuerza de la naturaleza que actúa más allá de las pulsiones humanas. Perdona la vida a enemigos jurados y, cuando uno empieza a pensar que tiene demasiada compasión, tortura e incluso asesina inmisericordemente a alguien que le ha ofendido. En ese sentido, Waylander, que en esencia es una buena persona, demuestra tener unos valores que son totalmente extraños tanto al lector como a sus propios contemporáneos. Por otra parte, Dakeyras puede permitirse no ensañarse con sus enemigos, porque si ya era bueno luchando en el primer libro, en este es prácticamente imparable. Gemmell ha pulido ciertos vicios que tenía en el libro anterior y en este todos los combates y escenas con armas son aún mejores.
En cuanto a la trama del asesinato que abre la novela, se desvela pronto la identidad del enemigo de Waylander, un personaje recogido de la primera parte. Eso permite el reencuentro con los personajes que quedan vivos, algunos de los cuales han cambiado sorprendentemente desde entonces. A mitad de libro Waylander vuelve a meterse en una guerra entre naciones (ya es mala suerte, con lo tranquilo que estaba él en su granja), aunque esta vez Drenai lo tiene un poco mejor. Los adversarios son una civilización de corte oriental, y el archivillano un hechicero sacado directamente de las páginas de Conan.
La novela es trepidante de principio a fin y la acción no decae en ningún momento. Resulta un poco exagerado que la acción de una sola persona (Dakeyras) influya tanto, no solo en los que le rodean, sino en el destino de las naciones, pero Gemmell consigue hacer creíble esta característica de su personaje. Novela muy recomendada para quien quiera pasar un rato entretenido y no necesite un worldbuilding (como se dice ahora) muy elaborado.
Dakeyras, el llamado Waylander, ha encontrado (más o menos) la paz tras el final del libro anterior. Se ha retirado a una granja y vive pacíficamente con una nueva familia. Pero alguien comete un error: poner precio a su cabeza y mandar unos asesinos a por él. Los asesinos terminan asesinados, como era de esperar, y ahora Waylander quiere averiguar quién ha perturbado su paz.
En su recorrido Waylander va encontrando amigos y aliados en los lugares más inesperados. Los gladiadores que acompañana a Dakeyras y Míriel son muy interesantes y aportan grandes dosis de humor negro, cinismo y acción a la historia. Es en este sentido donde Gemmell consigue las mejores caracterizaciones. Drenai es un mundo que bebe mucho más de la Era Hyboria de Howard que de la Tierra Media de Tolkien, y eso se nota y mucho en las reacciones de los personajes. Apenas hay buenos y malos, sino amplias gamas de grises. Waylander es casi una fuerza de la naturaleza que actúa más allá de las pulsiones humanas. Perdona la vida a enemigos jurados y, cuando uno empieza a pensar que tiene demasiada compasión, tortura e incluso asesina inmisericordemente a alguien que le ha ofendido. En ese sentido, Waylander, que en esencia es una buena persona, demuestra tener unos valores que son totalmente extraños tanto al lector como a sus propios contemporáneos. Por otra parte, Dakeyras puede permitirse no ensañarse con sus enemigos, porque si ya era bueno luchando en el primer libro, en este es prácticamente imparable. Gemmell ha pulido ciertos vicios que tenía en el libro anterior y en este todos los combates y escenas con armas son aún mejores.
En cuanto a la trama del asesinato que abre la novela, se desvela pronto la identidad del enemigo de Waylander, un personaje recogido de la primera parte. Eso permite el reencuentro con los personajes que quedan vivos, algunos de los cuales han cambiado sorprendentemente desde entonces. A mitad de libro Waylander vuelve a meterse en una guerra entre naciones (ya es mala suerte, con lo tranquilo que estaba él en su granja), aunque esta vez Drenai lo tiene un poco mejor. Los adversarios son una civilización de corte oriental, y el archivillano un hechicero sacado directamente de las páginas de Conan.
La novela es trepidante de principio a fin y la acción no decae en ningún momento. Resulta un poco exagerado que la acción de una sola persona (Dakeyras) influya tanto, no solo en los que le rodean, sino en el destino de las naciones, pero Gemmell consigue hacer creíble esta característica de su personaje. Novela muy recomendada para quien quiera pasar un rato entretenido y no necesite un worldbuilding (como se dice ahora) muy elaborado.
(4/5)
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